Adivinanzas de la Naturaleza

¿Qué es lo que tiene todo el mundo que nunca se puede quitar?

Agua, pero no de río,
diente, pero no de gente.

Soy una bola grandota.
Que gira constantemente.
Y que desea saber.
Dónde meter tanta gente.
Si ya sabes quien soy yo.
Eres muy inteligente.

Un pino con cien garranchos;
en cada garrancho, cien zurrones;
en cada zurrón, cien panes;
en cada pan, 100 agujeros
y en cada agujero 100 ratones.
¿Cuántos ratones había?

Siempre quietas, siempre inquietas.
Dormidas de día, de noche despiertas.

¿Qué es, di,
que nace en el suelo
y tiene nariz?

Verde como el campo,
campo no es.
Habla como el hombre,
hombre no es.

Viven cerca del cielo
Allá, allá muy alto
Y cuando lloran
Riegan los campos.

Llevo, con gracia y donaire,
de colores mi cartera,
sólo salgo por la tarde
y espero siempre a que llueva.

De noche se apaga,
de día brilla
y nos da más luz
que una bombilla.

Todos la tienen pero nadie puede perderla.
¿Qué es?

Tan largo como un camino,
hoza la tierra como un cochino.

Mi comadre la negrilla
sentada está en una silla;
mi compadre el colorado,
la quemaba por el lado.

Tres montañas pequeñitas
si se ponen al revés.
Dime qué es.

¿Qué es lo que sopla sin boca y vuela sin alas?

Estoy en el cielo,
estoy en el mar,
también en las turquesas
y el pavo real.

Nicanor tenía un barco
y con él surcaba el río.
¿Era este un barco pequeño
o este era un gran navío?
Lee despacio, Encarnación y hallarás la
solución.

Vuelo sin ser golondrina y sin ser fuelle, resoplo, a la gente yo despeino y a toda cosa me acoplo.
¿Qué soy?

Manteles de honor,
todo lo tapan y el río no.

Aparece por delante.
Por los lados, por la espalda.
Te descuidas un instante.
Y te levanta la falda.

Nazco en lugares abruptos.
Sin haber tenido padre.
Y conforme voy muriendo.
Va naciendo mi madre.

En verano barbudo.
Yen invierno desnudo.
¡Esto es muy duro!

Es muy negro al parecer.
Su cuerpo carne no tiene,
porque la carne que veo
otro cuerpo la sostiene.

Una colcha remendada
y no tiene una puntada.

Girando toda su vida.
Toda su vida girando.
Y no aprendió a ser más rápida.
Da una vuelta y tarda un día.
Da otra vuelta y tarda un año.

Unos decían: es bella tierra
pero traga a sus moradores
¿más quien hizo callar a
estos mal hablados señores.

Muchas lamparitas
muy bien colgaditas,
siempre encandiladas
y nadie las atiza.

Pálida es mi cara, pero hermosa a veces. De tarde se me ve borrosa, en cambio de noche brillo como ninguna sobre él mar, sobre el río, o la laguna ¿Quién soy?

Retumban los tambores con ecos tremendos.
Y chispas fugaces, cae agua a raudales.

No lo puede ver, tampoco vivir sin él.

Blanca es,
blanca es,
del cielo la ves caer.

Con mi cara roja,
con mi ojo negro
y mi vestido verde
a todo el campo alegro.

Doy calorcito,
soy muy redondo,
me levanto muy temprano
y por la tarde me escondo.

Pajarito sin pies,
que anda volando
y nadie lo ve.

Doy al cielo resplandores.
Cuando deja de llover.
Abanico de colores.
Que nunca podrás coger.

Doy vida y puedo matar,
no hay quien me gane a correr,
siempre te doy en la cara
y nunca me puedes ver.

A mí me proclaman rey,
pero yo no tengo reino;
afirman que soy muy rubio,
pero carezco de pelo;
me dicen que yo ando mucho,
pero apenas si me muevo.
Arreglo muchos relojes,
aunque no soy relojero.

En medio del cielo estoy
sin ser lucero ni estrella,
sin ser sol ni luna bella,
a ver si sabes quién soy.

Ni lo puedes ver.
Ni vives sin él.

Los paños blancos
de Doña Leonor,
a los montes tapan
y a los ríos no.

Somos más de una
y salimos con la Luna,
si te pones a contarnos
te va a faltar más de una.

Vienen ovejas del monte
con estrellas en la frente.

Vive en el desierto,
mata a las personas.
Debajo de las piedras,
muy bien se acomoda.

En el campo me crié
más derecho que una vela;
si no me cogen a tiempo,
me vuelvo de macho a hembra.

No ves el sol
no ves la luna,
y si bajó del cielo
no ves cosa alguna.

Mi padre está en Francia
y yo estoy aquí,
me hizo una seña
y pronto lo vi.

En el cielo soy de agua.
En la tierra soy de polvo.
En las iglesias de humo.
Y mancha blanca en los ojos.

Una señorita muy aseñorada
pasa por el agua y no se moja nada.
¿Quien es?

Alumbra sin ser candil
y algunas veces nos quema;
por la tarde va y se duerme
y a la mañana, despierta.

Pasa por el fuego
y no se quema;
pasa por el agua
y no se moja.

Baja a beber y no bebe,
baja a pastar y no pasta,
se revuelca y no se ensucia.
Adivina lo que anuncia.

En el campo fui nacida,
en el campo me alimento;
dondequiera que me llevan
es para darme tormento.

Un platito de avellanas,
que de día se recoge
y de noche se derrama.

Soy cuerpo que nadie vio,
resisto entre los mortales,
soy causa de muchos males,
pero si faltase yo
morirían lo animales.

Camino mojado,
lleno de piedras
y azul el manto.

¿Qué es, qué es,
que te da en la cara
y no lo ves?

Azul es, azul es,
adivina lo que es.

Si te pregunto
cómo se llama
este gran bicho,
ya te lo he dicho.

Es bella, de hermosos frutos
y de fuentes cristalinas.
¿Quiénes dijeron esto
de la tierra de Palestina?

¿Qué hace una vaca al sol?

Nadie lo ha visto en el mundo
ni lo ha llegado a tocar,
y ha derribado más casas
que arenas tiene la mar.

Si quieres saber quién soy,
esperen a que llueva.
Contando los colores del arcoíris
tendrán la prueba.

Preparo el terreno
y la semilla siembro;
siempre esperando
que el sol y la lluvia
lleguen a tiempo.

Bramido a bramido.
Antes de las tormentas.
Todos lo hemos oído.

Cuando la ciencia nació,
el sol, la luna, los vientos
y todos los elementos
era ya nacida yo.

En la calle me toman,
en la calle me dejan;
en todas partes yo entro,
de todas partes me echan.

Salimos cuando anochece,
nos vamos al cantar el gallo,
y hay quien dice que nos ve
cuando le pisan el callo.

Vuela sin alas, silba sin boca.
Azota sin manos.
Y tú ni lo ves ni lo tocas.

¿Qué cosa es, qué cosa es, que corre mucho y no tiene pies?

Me hincho tanto,
tanto y tanto
que me deshago yo en llanto.

Viene del cielo, del cielo viene.
A unos disgusta y a otros mantiene.

Vuela no tiene cuerpo ni alas no lo puedes ver pero si lo puedes tocar.

Se abre el telón y aparecen unas montañas y unos chorizos colgando.
¿Cómo se llama la película?

Me sientes cuando estoy cerca
Me oyes pero no me ves
Y aunque seas deportista
No me alcanzas al correr.

¿Qué será, qué no será,
que tantas vueltas al sol da?

Unas regaderas
más grandes que el sol,
con que riega el campo
Dios nuestro Señor.

Como el algodón
suelo en el aire flotar.
A veces otorgo lluvia
y otras, sólo humedad.

Lomos y cabeza tengo.
Aunque vestida no estoy.
Muy largas faldas mantengo.

En lo alto y muy labrado
aparece un edificio,
redondo, nada cuadrado,
de toda parte cerrado,
sin ventana ni resquicio.

Como la espuma de blanca
voy por el campo y el suelo,
pero nunca por el agua,
porque en ella yo me pierdo.

Hilos finos,
agujas gruesas
sobre tela
verde e inmensa.

Estoy en el sol,
estoy en el río
y cuando camino
voy contigo.

Vueltas y vueltas
doy sin cansarme,
cuando no bebo
paro al instante.

El fuego no lo quema, el agua no lo moja.
¿Qué es?

Conmigo va una amiguita
que imita todos mis actos.
Es tan negra mi amiguita,
que por las noches oscuras
no pueden verla los gatos.

Entra en el río
y no se moja,
no es sol ni luna
ni cosa ninguna.

Ven al campo por las noches
si me quieres conocer
soy señor de grandes ojos
cara seria y gran saber.

En el bosque nací,
en el bosque crecí.
Cuando al pueblo me llevaron,
en toda canción me usaron.

Duro es,
duro es,
del cielo lo veo caer.

Rompe y no tiene manos.
Corre y no tiene pies.
Sopla y no tiene boca.
¿Qué te parece que es?

Redondo y sin pies
Verde en el monte
Negro en la plaza
Y dentro del fogón
Coloradito en casa.

Dime si lo sabes
qué cosa es aquella,
que te da en la cara
y no puedes verla.

Vuela en el aire, pace en la tierra.
Se posa en los árboles, anda en la mano.
Se deshace en el horno y se ahoga en el agua.

Tengo un mantón de manila
que no lo puedo doblar,
tengo bastante dinero
que no lo puedo contar,
y tengo medio melón
que no lo puedo partir.
¿Qué tengo?

Con la nieve se hace.
Y el sol lo deshace.

De la tierra voy al cielo
y del cielo he de volver;
soy el alma de los campos
que los hace florecer.

Más de cien damas hermosas
vi en un instante nacer,
encendidas como rosas
y en seguida perecer.

Detrás de un cerro
y otro y otro,
relincha un potro.

¿En qué se parecen las montañas y las mujeres?

Redonda como una taza
y va conmigo a la plaza.